Las ballenas han estado muy presentes en la historia de Bizkaia. La caza de la ballena supuso una fuente de riqueza para muchos pueblos de nuestra costa.
Del gran cetáceo se aprovechaba casi todo, era una fuente inagotable de riqueza. Sus barbas servían para confeccionar numerosas prendas. Sus huesos se destinaban a la construcción o a la fabricación de muebles. Aunque su carne no congeniaba con los gustos culinarios de los vascos, ésta era demandada en Francia, a donde se exportaba; su lengua, por el contrario, considerada un manjar, se reservaba a las autoridades. Su esperma también se aprovechaba, en la elaboración de ungüentos. Pero sobre todo destacaba su grasa, fundamental en la época. Después de derretir la grasa en hornos se obtenía el saín, que se empleaba como combustible para poder alumbrar.
Durante el otoño y el invierno, las ballenas se acercaban a nuestra costa, y aquí eran cazadas, muertas y troceadas. Desde las atalayas, al divisar la aparición de una ballena, los vigías encendían la pira a modo de señal. Rápidamente, los arrantzales corrían a sus txalupas y remaban, con toda su fuerza, para llegar los primeros al cetáceo y lanzarle el arpón. El primero en hacerlo, además de conseguir el mejor provecho, podía elegir las embarcaciones que participarían en la caza, transporte y descuartizamiento de la ballena.
Durante el siglo XVI, nuestros balleneros llegaron hasta la costa de Terranova, donde asentaron sus pesquerías. Cuando llegaba la primavera, más de 2.000 marinos vascos se desplazaban a Terranova a la caza de la ballena.
Sellos y escudos de armas
La importancia de las actividades comerciales y pesqueras de la franja costera se ve reflejada en los sellos y escudos de armas de las villas, como los que aquí presentamos. Son reproducciones de antiguos sellos de Bermeo, Ondarroa, Donostia, Hondarribia y Biarritz. Una figura muy representativa en estos sellos es la ballena y su caza, importante actividad para la economía de muchos pueblos del litoral vasco y que refleja, además, el sentimiento de orgullo que esta empresa generaba entre sus vecinos y vecinas.
Ballenera
Embarcación de madera, que recuerda a una barca grande, con dos velas blancas
Esta chalupa ballenera, con más de 8 metros de eslora y casi dos metros de manga, se construyó junto a su gemela en 1966, por el bilbaíno Ignacio Aldecoa. Fue un encargo de la Escuela de Náutica y Máquinas Navales de la Universidad del País Vasco, para las prácticas de su alumnado.
Su diseño es una evolución de las chalupas utilizadas tradicionalmente en la caza de la ballena, de ahí el nombre de “ballenera”. A finales del siglo XIX estas embarcaciones fueron adoptadas por las escuelas de náutica y armadas, como botes auxiliares y de servicio, para el adiestramiento de su personal. También, sirvieron para participar en varias regatas de embarcaciones clásicas.