Tanto por sus aspectos lúdicos como religiosos, las romerías celebradas en torno a este santuario -más que ermita- destacan notablemente entre las dedicadas a Santa Águeda en nuestro ámbito. Está situado en un rellano a 200 m. de altura, en las estribaciones del monte Arroletza (452 m.), sobre la calzada del puente de Kastrexana en la ruta jacobea de la costa, y a escasa distancia de la que desde Bilbao conducía -por Balmaseda- hacia la Meseta. Estratégica situación que convertirá al santuario y a su entorno en teatro de operaciones en todas las guerras civiles de los siglos XIX y XX. Hoy se accede al mismo por la carretera local que desde Kastrexana conduce, por Santa Águeda y el collado de Basatxu, hasta Cruces, barrios ambos especialmente vinculados a sus romerías.
Las primeras noticias documentales constatan que el santuario ya existía en 1584, posiblemente levantado sobre los cimientos de una ermita anterior. Remodelado a lo largo de los siglos, sus últimas restauraciones datan de 1959 y 1996. Por su alejamiento de la parroquia matriz de San Vicente de Barakaldo, y tras convertirse en aneja, pasará a depender de San Bartolomé de Alonsotegi en 1882, y de la parroquia de Santa Águeda de Kastrexana a partir de 1956. Con anterioridad a la industrialización, contó con su propia Casa de la Novena y con una de las tres ventas o tabernas del municipio. Además del retablo rococó con la imagen titular de Santa Águeda, a ambos lados del presbiterio hay sendos bajorrelieves dedicados a Santiago y Santa Ana; pero, sobre todo, una imagen de alabastro de Santa Agueda -depositada en la sacristía- con la cabeza separada del tronco, de hacia el año 1350.
El imaginario popular satura el entorno de Santa Águeda, desde Basatxu hasta Ibarreta y Solondo, con apariciones de brujas y de diversos personajes del universo sacral cristiano: la propia Virgen -por alusión a la santa-, una imagen de San Antonio de Padua e incluso el Diablo, atribuyéndose a éste o a las brujas la construcción del puente de Kastrexana.