A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX la burguesía experimentó un rápido enriquecimiento debido a la explotación del mineral de hierro y el consiguiente desarrollo de la industria siderúrgica vizcaína. Estos nuevos ricos van a rechazar los modelos arquitectónicos inspirados en el neoclasicismo, ya que estaban demasiado vinculados a la aristocracia terrateniente tradicional y representaban claramente el modelo sociopolítico que ellos habían derrocado. Es por ello que la nueva burguesía industrial y comercial vizcaína puso sus miras en los modelos que se estaban consagrando en aquellos países europeos que ya habían conocido la Revolución industrial. Para todos ellos, la Francia del Segundo imperio y la Inglaterra victoriana proporcionarían los primeros modelos al menos hasta la segunda década del siglo XX. A partir de entonces, los estilos neovasco y neomontañes, monopolizarían los gustos de las clases industriales. En esta época los bilbaínos más acomodados van a buscar nuevos lugares donde situar sus residencias. Así Portugalete , Santurtzi y sobre todo Getxo, se van a configurar como los núcleos más demandados por una burguesía que busca en la tranquilidad y en la cercanía al mar una forma de diferenciación social.
En este contexto en Santurtzi, conocido desde entonces como “bonita aldea”, nos encontramos con la residencia de la familia Oriol-Urquijo, la última residencia de este tipo que se ha conservado en las orillas del Nervión .
El palacio de Oriol fue construido entre 1902 y 1903 por el arquitecto Severino Achucarro, quien diseñó una magnífica mansión de claro estilo ecléctico, influenciado por el romanticismo y el estilo inglés, en el solar que D. Lucas de Oriol y Urquijo disponía en el paraje denominado Campo –Grande. Achucarro diseñó un edificio de varias plantas claramente señorial, en el cual el severo exterior de piedra contrastaba con un interior recargado de lujo. Después de muchos años de abandono fue rehabilitado y acondicionado como hotel.