El material del que están hechas las estrellas es plasma, producto del calentamiento del gas a muy alta temperatura. Como gigantescas centrales naturales de fusión nuclear, las estrellas producen energía convirtiendo el hidrógeno en helio y progresivamente en elementos más complejos. Estas reacciones nucleares hacen brillar a las estrellas y les permiten generar la fuerza necesaria para no colapsar bajo su propio peso.
El 98% de la masa de nuestro sistema solar se concentra en el Sol, lo que hace que todos los planetas orbiten a su alrededor. Para hacernos una idea de su tamaño, en su interior cabrían 1.300.000 planetas Tierras.
Sin embargo, el Sol no es más que una de las entre 100.000 a 400.000 millones de estrellas que conforman la Vía Láctea. Según el astrónomo Carl Sagan: “hay más estrellas en el cielo que granos de arena en todas las playas y desiertos de la Tierra”.
El Sol, comparado con las estrellas del cielo, parece enorme, aunque realmente es una estrella mediana. Para hacerse una mejor idea, le invitamos a tocar y comparar las tres esferas que hay sobre la tarima.
A la izquierda, la más pequeña representa a nuestro Sol, que tiene 1.392.000 kilómetros de diámetro y una temperatura superficial de unos 5.500 grados Celsius. El objeto más masivo de nuestro sistema solar sería un garbanzo en esta escala estelar.
En el centro, encontramos un ejemplo de estrella gigante azul, Bellatrix, en la constelación de Orión, con un tamaño casi 6 veces superior al Sol y una temperatura en su superficie que supera los 21.500 grados Celsius. En esta escala estelar, Bellatrix alcanza el tamaño de una mandarina.
Por último, a la derecha, vemos un ejemplo de estrella gigante naranja, Kaus Borealis, en la constelación de Sagitario, que tiene una composición similar a la del Sol, pero con un tamaño 22 veces superior y una temperatura de aproximadamente 4.400 grados Celsius en su superficie. Kaus Borealis equivaldría a una sandía en esta escala estelar.
Esta es una pequeña muestra de las diferentes escalas estelares. Nos habría gustado comparar al Sol con una estrella gigante roja como Betelgeuse, en la constelación de Orión, ¡pero en esta escala estelar Betelgeuse habría alcanzado los 76 metros de diámetro!
Las estrellas, como las personas, nacen, viven y mueren. Nacen de nubes de gas y polvo, brillan gracias a las altas temperaturas del gas en su núcleo, donde generan energía y, cuando su gas está a punto de agotarse, algunas estrellas colapsan en su centro generando, en algunos casos, un gran estallido conocido como explosión de supernova. Las supernovas enriquecen el espacio interestelar con elementos nuevos, como el oxígeno que respiramos o el calcio de nuestros huesos. Todo lo que existe en nuestro planeta se formó en el interior de una estrella que, probablemente, murió de forma violenta.
Afortunadamente para la Tierra, el Sol, gracias a su tamaño y su temperatura, tiene una esperanza de vida de aproximadamente 10.000 millones de años, es decir, se encuentra en la mitad de su ciclo estelar.